Ni pies ni cabeza...
Tumbada en el diván observo las lámparas columpiarse de izquierda a derecha... de derecha a izquierda
el terciopelo rojo de las sillas me angustia, hace que mi sangre fluya rápidamente por mi cuerpo, y una sensación de ahogo se acumula en mi garganta. En la pared viejos azulejos, y el sillón se mece
y chirrea
El café en dos tazas sin asa, y en el fondo tanta azúcar que las cucharillas se quedan clavadas, marcando su territorio.
Un reloj que suena a las en punto, y a las y media que me recuerda que han pasado tres horas y mis pupilas se han dilatado
Y no me reconozco aquí tumbada, y no me reconoces de pie corriendo hacia ti, y no nos reconocen dándonos un beso de despedida
Y mi realidad es tan abstracta que tus pestañas son mi abanico en una mañana calurosa de mayo
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